En lo que respecta a mi experiencia personal, la clase Filosofía en la preparatoria siempre resultaba ser un monótono desfile de nombres, frases y corrientes (ismos) que no significaban otra cosa, para mí a mis 16 años, que la materia prima de los lugares comunes. Frases como "Pienso, luego existo" me eran repetidas cual gastadas cantaletas, ignorando (tanto por mí como por mi apático profesor) su trasfondo: los seres humanos que las concibieron y el mundo que las vio nacer.
Abrir La aventura de pensar fue entrar en contacto con ese conocimiento vastísimo y que, en el inicio de mi juventd, me fue negado. Fernando Savater, echando mano de una prosa franca y acequible, interna al lector en la vida de los grandes del pensamiento occidental, retratando a los seres humanos en los que habitaban, junto con una visión integral de su contexto histórico.
Savater declara, desde las primeras páginas, que el auto-cuestionamiento es la pieza fundamental del proceso filosófico, surge, la mayoría de las veces, de las desgracias personales y representa un parteaguas en la historia individual de cada quien. Es el momento en que nuestra mirada, esa que siempre estuvo lanzada hacia el exterior, voltea hacia nuestros adentros, provocando un giro copernicano en nuestras estructuras mentales. Es ésta la madera del filósofo.
El auto-cuestionamiento. Ese proceso que en Descartes es despertado tras la muerte de su pequeña hija; en Spinoza, tras experimentar el aburrimiento que conlleva la vida de un pulidor de lentes; por la extrema sensibilidad hacia el sufrimiento humano que experimentó de niño, a Schopenhauer; en Sartre, tras padecer la condición enfermiza de su juventud, y en Foucault, al caer en cuenta de su homosexualidad latente.
Savater nos muestra, así, que la filosofía puede fácilmente ocupar el lugar de fin último en la vida; que puede ser una vía probable para la salvación del ser humano.
Savater, Fernando
La aventura de pensar
edit. Debate
2008
España
España
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