viernes, 12 de octubre de 2012

Reseñas de Quilapayún en el Teatro Metropólitan

Tuvimos el honor de ser los productores de la más reciente gira de Quilapayún en México, la cual constó de una presentación en el Festival Internacional Cervantino y el Centro Cultural Jaime Torres Bodet del Instituto Politécnico Nacional; así como dos fechas en el Teatro Metropólitan, en las que convocamos al público asistente a escribir una crónica de los eventos por la vía de las redes sociales y el correo electrónico. Por esta última medio hemos recibido, hasta el momento, los siguientes textos.

Eleja usted su favorito en la sección de comentarios.

 I

Aquí se encajó mi canto


Quilapayún en el Teatro Metropólitan (10 de octubre de 2012)

Por Jesús Ismael Vega Estrada

Las nubes se ciernen sobre los techos céntricos de la ciudad y se respira en las calles un aire húmedo; dentro del teatro, el arribo paulatino de los espectadores comienza a elevar la temperatura y a relajar los ánimos. Hay bastantes localidades que han quedado vacías pero eso no importa, al contrario, ayuda a mantener una atmósfera bohemia, a momentos pareciera que nos trasladamos a una 'peña' perdida en los barrios de Valparaíso o Santiago. Se acerca el momento, la gente platica, algunos incluso rememoran el impacto que tuvo la Nueva Canción Latinoamericana en su vida, otros sólo escuchan y sonríen, algunos más meditan; las generaciones asistentes, normalmente distanciadas por el ajetreo cotidiano, comienzan a entablar un diálogo que une, gracias a la música, el pasado con el futuro a través del presente.

Llegó la hora. Surgen de entre las sombrías bambalinas del teatro los ponchos negros. Cuarenta años no pasan en balde, las barbas canas y los rostros arrugados dan testimonio mudo de una vida ajetreada, llena de risas y lágrimas, de penurias y triunfos. La estafeta se ha pasado dentro de la agrupación, padres e hijos comparten el escenario esta noche en cuerpo (los Venegas y los Quezada) y espíritu (los Oddó). Se anuncia el contenido del programa, primero se ejecutará, apasionada y solemne, la Cantata de Luis Advis, pasada la letanía, se ejecutará parte del vasto repertorio del grupo para elevar los ánimos del público. Las cuerdas comienzan a rasgarse, las quenas inician su llanto y las bocas articulan versos lúgubres... ya no estamos en el Teatro Metropolitan de la Ciudad de México, hemos viajado al Chile de hace un siglo, nos hemos convertido en testigos presenciales de la lucha obrera sudamericana que habría de culminar con la grotesca masacre de la Escuela 'Domingo Santa María' y la Plaza Montt. Hacia el final de la cantata, y antes de que el silencio manifieste la primer ovación de la noche, uno de los cables del equipo hace tierra y produce un sonido fuerte y molesto ¿Estamos acaso escuchando el eco centenario de las metralletas que bañaron en sangre y lágrimas al suelo de Iquique?

Pasado el intermedio, los 'Quila' regresan al escenario y comienzan a manifestar, a través de su estupenda música, la historia y el carácter de una Latinoamérica indómita, romántica y jovial. Piden prestadas las voces inmortales de Violeta y de Víctor para elevar un canto a los campesinos (El Cigarrito) y a los obreros (Miren como Sonríen), saben que los aplausos no son sólo para ellos. Otra prueba de que la música puede vencer a la muerte llega cuando, con una pequeña ayuda, Nicolás Guillén recita de nuevo el poema La Muralla; algunos dentro del público, inclusive, intentan ayudar con sus manos a su pronta edificación. De los Andes nos llegan melodías como Vuela paloma y de Centroamérica un himno a la memoria del General Sandino; esta noche también aflora el agradecido recuerdo hacia Europa a través de las zampoñas andinas, que funden sus notas para forjar un delirante vals afrancesado, que seguramente trae recuerdos agridulces a las cabezas de sus ejecutores. El estrépito tropical del Malembe contrasta con la sencillez armónica de La Quilapayunia, difícilmente podríamos observar en otro sitio al bien y al mal enredarse dentro de un mismo caleidoscopio de ritmos y emociones.

El final del concierto lo marca una modesta reverencia grupal; pero el público no está satisfecho, exige más. Los ponchos negros nuevamente se cobijan bajo la luz de los reflectores e interpretan un corrido (Carabina 30-30) y un himno (El pueblo unido jamás será vencido), justo homenaje para un país que les ha recibido siempre con los brazos abiertos y que les reafirma su enorme aprecio a través de gritos festivos, sonrisas y enérgicos cánticos. Nuevamente se despiden los artistas de su auditorio, pero todavía no es suficiente, el público pide una última canción. Casi dos horas después de que iniciara la memorable velada, las notas de la inmortal Te recuerdo Amanda resuenan en los muros del Teatro, penetrando con fuerza y sentimiento en los corazones y mentes de los asistentes, la moraleja de la noche debe enseñar la importancia del amor en la vida de todo ser humano. Tras apagarse la última nota del último instrumento, Quilapayún se retira con amplias sonrisas en los labios; el público mexicano quizás no muestra el mismo ánimo que el de Chile o Francia, pero agradece y reconoce la incansable labor artística y sociopolítica que estas leyendas de la música latinoamericana continúan ejecutando a casi medio siglo de su debut.

Esperamos que puedan pronto regresar a estas tierras; sus tierras... nuestras tierras.

II

Gracias

Por Jorge Montoya Torres

Hermanos del Grupo Quilapayún: Tuve el honor de estar en el concierto de ayer donde interpretaron magistralmente Cantata Santa María de Iquique y también una segunda parte con canciones increíblemente bellas.

Gracias por cantar porque sí, ¿por qué no?

Porque sí, porque el mundo los necesita, porque chilenos y mexicanos compartimos muchas coincidencias; como ustedes, también compartimos un terremoto de grandes consecuencias. Porque sí, porque somos pueblos pensantes, también somos pueblos mineros, ustedes con el cobre y nosotros con la plata. Porque sí, porque entre nosotros no hay fronteras.

¿Por qué no? Porque como ustedes no permitimos la injusticia, así como ustedes tuvieron Santa María de Iquique y el episodio del derrocamiento de Salvador Allende, nosotros tuvimos la noche de Tlatelolco, el "2 de octubre no se olvida" y qué decir del gran dolor que ahora mismo sufrimos con el problema del narco, ¿hasta cuándo? ¿Por qué no? Por qué no seguir cantando El pueblo unido jamás será vencido, que en México es ya es el himno de los que sufren, de los que tienen esperanzas en un mundo mejor.

Qulapayún, gracias por existir y gracias, ¿por qué no?, por coincidir.

Un abrazo muy fuerte.

¡Viva Chile, viva México, vivan los pueblos latinoamericanos!

Atentamente, Jorge Montoya Torres

III

Crónica

Por Francisco Valencia

Anoche, en el Metropólitan, un público ávido de glorias pasadas, un Quilapayún decrépito, indolente, momificado. Y dos o tres grititos de pejezombies y su brazo púber, el YoSoyJuanCamaney. Entre el butaquerío, como reyes feos en carnaval iztapalapense, Noroña y Bátres repartiendo besos no solicitados.

Lo mejor: los bacachás con mi amigo Felipe y ese agradable encuentro con mi paisana Selene. Rematamos en el  Negresco Victoria y Balderas.

IV

Desde el Teatro Metropólitan

Por Consuelo Correa

Hay mariposas blancas de la paz, amarillas de la buena suerte, monarcas del amor, y Quilapayunias de la esperanza.

Ayer en el concierto de Quilapayún, la música y la lucha de los pueblos se hermanaron y tomaron forma de mariposa, de Quilapayunia.

En el Metropólitan, con Te recuerdo Amanda derramamos una lágrima por los caídos, El pueblo unido jamás será vencido sigue guiando nuestra lucha cotidiana, La muralla nos llenó de gozó y el Tío caimán nos hizo bailar a todos.

Mil gracias, Quilapayún. Gracias, El Juglar.

Chelo Correa, Texcoco, México
12 de octubre, 2012
 

V

Quilapayún y la Cantata Santa María de Iquique


Por Amanda Gutiérrez

Días antes del concierto estaba muy emocionada esperando que llegara ese momento. Y el día llegó. Ya por la tarde estábamos en la fila esperando entrar mientras las personas sonríen, platican, esperan un acompañante que va tarde. No dejas de observar las diferentes edades de los asistentes: padres con sus hijos, muchos adultos al igual que muchos jóvenes.

Llegó el momento de entrar y la emoción crecía al estar frente al escenario, al ver sus instrumentos, los micrófonos aún sin ellos. Empiezas a imaginar ver a cada uno de los integrantes de Quilapayún como lo hemos hecho durante tantos y tantos años atrás.

Se anuncia la tercera llamada, cambian las luces del escenario y uno a uno aparece, los aplausos no se dejan esperar. Se presentan y es una emoción, un sentimiento que se hace común entre las personas. Luego empiezan a cantar. Se hace un silencio al escuchar la primera canción de la Cantata Santa María de Iquique. Ese era el principio de una noche de añoranzas, la primera parte fue un recuerdo de toda la injusticia que se vivió en ese tiempo, y uno piensa cómo en el mundo no se aprende algo bueno sino que siguen pasando cosas cada día más graves. Esa es la parte importante de las canciones de Quilapayún: que te hacen pensar a cada momento, que no te adormeces como los gobiernos quieren que pase.

Cantaron varias canciones que siguen moviendo muchos sentimientos dentro de ti: La muralla, Mi patria, Te recuerdo Amanda y muchas más. Cuando te invitan a cantar con ellos es muy emocionante. Una canción en especial  llamo mi atención esa noche: fue cuando cantaron Carabina 30-30. Tanto las personas que estábamos ahí como Quilapayún nos llenamos de alegría, ya que esto es parte de nuestra historia. A ésta le siguieron muchas canciones igual de emotivas. También faltaron otras que cada quién quería escuchar y así pasó el tiempo hasta que se despidieron con una sonrisa y un agradecimiento. Seguimos aplaudiendo para que salieran nuevamente. Volvieron a cantar. Todos escuchamos de pie y aplaudimos varios minutos hasta que se despidieron nuevamente con ese entusiasmo que siempre vemos en ellos.

Queda una sensación de hacer algo para que el mundo sea mejor y no tenga que ser una utopía.

5 comentarios:

  1. Todas relatan un momento especial, pero creo sin duda "Aquí se encajó mi canto" relata cada momento, cada vivencia, cada aplauso, cada sentimiento con un toque de poesía e ironía. No le quito el mérito a ninguna otra, pero esta, realmente me encantó!!

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  2. "Aquí se encajó mi canto" te atrapa de principio a fin. Simplemente te lleva a ese lugar y a ese momento. La manera de narrar cada instante, cada sensación, es única. Excelente reseña sin lugar a dudas.

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  3. "Aquí se encajó mi canto", cabalmente cumple con lo que es una reseña, capaz de hacerte sentir que estás ahí.

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  4. Muchas gracias a todos por verter sus opiniones y ser jurados en este concurso. La reseña de Jesús Ismael es la ganadora.

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